El siguiente post está escrito por un muy querido amigo que acaba de regresar a España desde Haití. Hoy nada de moda ecológica y un poco de compromiso moral y grandeza personal. Gracias Alberto y ¡bienvenido a casa!
"Quien más quien menos, todos conocemos la terrible situación de un país como Haití. Un devastador terremoto en enero de 2010 vino a agravar la situación del país más pobre de América Latina, deforestado desde hace un siglo, con una producción agrícola limitada a pequeñas explotaciones casi familiares y dependiente hasta extremos delirantes de la importación de productos de primera necesidad procedentes casi en su totalidad de su vecino del Norte.
A Puerto Príncipe llegan diariamente contenedores destinados al consumo interno de un país que se ha convertido en uno de los grandes basureros del primer mundo. A productos de segunda, tercera o cuarta mano se les encuentra una última gota de aprovechamiento, con la ventaja de que se ahorra el problema de qué hacer con los residuos. En Haití no hay un servicio mínimo de recogida de basuras, excepto en algunos barrios de la capital, y por supuesto no existe ningún tipo de tratamiento de la misma. La basura se apila en la calle y de vez en cuando, se quema. Eso en el mejor de los casos. Casi siempre, termina en alguno de los canales que deberían servir para evitar inundaciones o directamente en los ríos, y finalmente en el mar.
Haití es uno de esos paraísos naturales con los que todos soñamos cuando pensamos en el Caribe. Sin embargo se pueden recorrer kilómetros de costa sin ver otra cosa que playas degradadas y llenas de desperdicios.
Quizá la conciencia ecológica no es algo fácil de asumir para los países menos desarrollados, donde las necesidades son inmediatas y los problemas urgentes. Pero quizá entre todos los proyectos de reconstrucción, mejora social y económica que se están poniendo en marcha en este tipo de países, deberíamos hacerle un hueco a la correcta gestión de los residuos como estrategia de desarrollo a largo plazo.
“El auténtico conservacionista es alguien que sabe que el mundo no es una herencia de sus padres, sino un préstamo de sus hijos.”
J.J. Audubon. Naturalista francés nacido en Haití (1.785-1.851)
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