Además del interés que suscita el monte Testaccio, sobre todo entre historiadores y arqueólogos, el mencionado monte es uno de esos monumentos que nos debería hacer reflexionar.
Realmente es un monte generado a raiz de un basurero de fragmentos de terracota, los cuales se fueron acumulando allí durante siglos. Pero con decir basurero, no me estoy refiriendo a que los romanos arrojaran sin más en esa ubicación los fragmentos de sus ánforas. No. Ellos procuran realizar con sus desechos una estructura armónica, con cualidades paisajísticas, atractiva a la vista...incluso usaban cal entre capas para evitar los malos olores.
Hoy día, la vegetación esconde parte de esa obra antigua. Es como si nunca hubiera existido.
Deberíamos de preguntarnos si con nuestros vertederos, ocurrirá lo mismo.
Tal y como dice Federico Colella,"la cerámica de Testaccio posee valor incluso cuando acaba su vida útil". Y tal vez ahí esté la clave, deberíamos aumentar la vida útil de nuestros enseres, y cuando haya llegado su fin, buscarles otro valor.
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